jueves, 16 de agosto de 2012

¿RUPTURA AIMARA?



Las recientes pugnas entre el denominado Comité de Lucha de la Zona Sur (CLZS), que en algún momento tuvo su bastión en Ácora, y un grupo de pobladores de ese distrito (entre ellos, alcaldes menores y tenientes gobernadores), que finalmente hicieron abortar el paro de 72 horas programado por el CLZS para los días 13, 14 y 15 de agosto contra la ejecución del proyecto de irrigación Pasto Grande II a favor de Moquegua ‒supuestamente en territorio puneño (acoreño, sobre todo) y a expensas de “nuestros” recursos hídricos‒, vuelven a dejar al descubierto las rivalidades domésticas y el mero afán protagónico de algunos dirigentes de tipo indigenista que en sus proclamas de agitación política apelan siempre a la unidad del pueblo aimara, como si este gozara de una cohesión milenaria e inquebrantable.
 
 
Esta enésima ruptura dizque aimara debiera ser motivo más que suficiente para dar al traste, y de una vez por todas, con ese manido discurso que reivindica el “buen vivir” (un invento de las ONG, según el lingüista Cerrón Palomino), aboga por la descolonización y ‒para redondear su farsa “originaria”‒ fantasea con la autonomía de la nación aimara; ideario presuntamente compartido por todos los pobladores de la zona sur y que rebrota cual hongo folclórico cada vez que a ciertos “líderes” se les ocurre movilizar a las masas en pos de plataformas casi siempre tremendistas e inviables.
 
 
Recordemos que esas fueron algunas de las majaderías que se esgrimieron el año pasado contra la inversión minera (formal) en el llamado “aimarazo”, revuelta en la que el Frente de Defensa de los Recursos Naturales de la Zona Sur (FDRNZR), presidido en aquel entonces por Walter Aduviri, jugó un rol esencial y cuyos actos de rapiña tuvieron como epicentro a la ciudad de Puno. No olvidemos tampoco que las divergencias a nivel dirigencial entre el CLZS, que fue parte activa de las algaradas, y el FDRNZS se hicieron patentes, o más bien explotaron, en el tramo final de la protesta antiminera, cuando los principales miembros del CLZS ‒y no solo ellos‒ trataron de desconocer al cabecilla mayor, Aduviri, quien hasta ese momento había capitalizado y personalizado los réditos políticos de la huelga, desplazando a segundo plano a otros dirigentes aimaras, si no opacándolos hasta diluirlos en el anonimato.
 
 
Si para el FDRNZR el “aimarazo” significó la prueba de fuego de la cual salió airoso; lo que los integrantes del CLZS pretendían, tras el anuncio presidencial de la ejecución de Pasto Grande II, era convertir el impasse limítrofe con Moquegua en un conflicto social equivalente en dimensión al de Conga (Cajamarca), encarnando ellos los papeles estelares de Saavedra y Arana. Por lo menos eso se desprendía de la advertencia que uno de los susodichos lanzó al mandatario Ollanta Humala. Sin embargo, el repudio del que fueron objeto en su localidad por parte de un grupo de paisanos suyos, que no dudó en conformar un nuevo Comité de Defensa Territorial y de los Recursos Naturales ‒privando así al CLZS del monopolio de ese trajinado “caballito de batalla”‒, desbarató sus planes.
 
 
Si bien ahora el paro de marras será encaminado por el flamante comité, la plataforma y los métodos no han variado. Y para que la lucha prospere, sus propulsores llamarán, cómo no, a la unidad del pueblo aimara, esta vez en defensa de sus territorios ancestrales; apelarán al espíritu colectivo, a la unanimidad bovina, al consenso borreguil; buscarán despertar en los aimaras el instinto bélico, la fantasía de la invasión y el despojo. Es decir, la cantaleta de siempre.
 
 
¿Ruptura aimara? ¡Quia! Si la civilización es ‒como decía MVLl antes de fungir de garante del nacionalismo‒ ese largo proceso en que el individuo se separa de la placenta tribal y adquiere soberanía como tal, distinguiéndose de los otros; la auténtica ruptura aimara debería consistir en romper cuanto antes con esos “condicionamientos tribales” ‒si los hay aún‒, no en una peleíta por liderar una huelga.

Darwin Bedoya y "Los desobedientes" de Arequipa

Darwin Bedoya en la presentación de la antología "Hijos de puta".

Cuando le pregunté a Darwin Bedoya, vía telefónica, si quizá tenía guardado por ahí algún artículo, aunque sea en borrador, sobre la poesía arequipeña contemporánea, lo que realmente pretendía era convencerlo de que escribiera algo acerca del tema para esta publicación. Que lo hiciera en lugar de mí, valgan verdades; pues, cuando descubrí que los nuevos poetas de la Ciudad Blanca no eran unos diez, como ingenuamente había creído tras leer algunos poemarios y versos sueltos, sino el doble (o tal vez más), renuncié a redactar una nota sobre ellos. “Hey, compañero me respondió Bedoya—, ¡pero si justamente estoy por publicar una antología de la nueva poesía de Arequipa! Te cedo el prólogo en primicia, si quieres”. Oh, bendita suerte la mía, ¡claro que quería! ¿Y cuántas hojas tiene tu escrito?, inquirí. Diablos, la cifra era astronómica. Le pedí que, por favor, hiciera una versión abreviada, unos 6.000 caracteres, o sea, más o menos página y media, Darwin. Asunto arreglado. Días después recibí un e-mail suyo. “Malparaíso de los poetas. Fragmento del prólogo a la muestra antológica de la reciente poesía arequipeña”, se leía en el archivo adjunto. Solo que el dichoso “fragmento” constaba de 10 páginas.

Darwin Bedoya Bautista (1974) acaba de obtener el primer puesto en la XV Bienal de Poesía“Premio Copé Internacional 2011”. El año pasado hizo lo propio en el XX Concurso Nacional de Educación Horacio (categoría de cuento). Es docente de literatura, narrador, crítico y poeta. Ha publicado los poemarios “Jardines del silencio” (2004), “Yarume” (2006), “Leve ceniza” (2010), el libro de microcuentos “Aunque parezca mentira” (2007), la antología “Hijos de puta: 15 poetas latinoamericanos” (2011), entre otros. Nació en Moquegua; su infancia la vivió aquí, primero en el valle de Majes y luego en la Ciudad Blanca; después retornaría a su tierra natal. Hasta que al fin, en sus años adolescentes, echó anclas en Juliaca (Puno).

Darwin Bedoya editará este año una antología de las voces líricas más recientes de Arequipa. Se denominará “Los otros desobedientes”. Para entender el título, hay que repasar, de la mano del antólogo, el proceso de la poesía arequipeña. En “Malparaíso de los poetas”, Bedoya sostiene que hay un primer periodo, el de Los legendarios, que va desde Mariano Melgar hasta Cesáreo Martínez, pasando por Percy Gibson, César Atahualpa Rodríguez, Alberto Hidalgo, Guillermo Mercado, Gustavo Valcárcel, Jorge Bacacorzo y José Ruiz Rosas. En el segundo momento, el de Los reconocidos, figuran Max Neyra, Raúl Bueno, Walter Márquez, Shelma Guevara, Oswaldo Chavone, Leandro Medina, Enrique Huaco, Nilton del Carpio, José Gabriel Valdivia, Rolando Luque, Odi Gonzales, Pedro Escribano, Luzgardo Medina, Alonso Ruiz Rosas y Hugo Yuen. Esta pléyade de vates constituiría una especie de canon de las letras arequipeñas.

Empero, continúa Bedoya, hay un tercer grupo de rapsodas, nacidos a partir del 70, cuyos versos (por cierto, de notable calidad) marcan distancia con la lírica de antaño. Es decir, desobedecen las normas del canon. “Un tanto alejados de la sombra de los muros canónicos, ya en pleno siglo XXI, los poetas de la Arequipa de hoy están reescribiendo la nueva poesía peruana”, señala. Ellos son los nuevos, Los desobedientes. Helos aquí: Jimmy Marroquín, Robert Baca, Óscar Saldívar, Arthur Zevallos, Mariela Cervantes, Lenin Velarde, Mirtha Núñez, Carlos Eduardo Quenaya, Juan Zamudio, Heiner Valdivia, Kreit Vargas, Maru Delgado y Augusto Carrasco. La lista se completa con Fischer Heredia, Carlos Tapia, Víctor Ingunza, Filonilo Catalina, Juan Yufra, José Ignacio Infantas, Luis Ormachea y José Luis Córdova, quienes no nacieron en la Ciudad Blanca pero forjaron su obra poética dentro y fuera de la UNSA. ¡21 en total!

“La mirada del poeta actual es una mirada sensible y atenta a las calles de la ciudad emergente”, explica Bedoya. En sus versos, Los desobedientes habrían reinventado al hombre contemporáneo como “un individuo bajo la sombra de una urbe que lo quiere aplastar”. “Vómitos urbanizados”, resume citando a Juan Yufra.

“Los otros desobedientes” tendrá alrededor de 128 páginas. Para muestra, Darwin Bedoya nos adelanta no un botón sino un verso de cada antologado:

«Estas alas que aquí veis crecen en mi cuerpo/ y no en el vuestro/ como rugosos alegatos de voces que amo, ignoro y no entiendo;/ estas alas calcinadas/ remedo de mis entrañas de madera, baten el aire inútilmente.» (Jimmy Marroquín); «Cuando ya dejado el viento del vértigo/ en los restos de algún naufragio premeditado/ la jauría de mis sueños/ tragada por la agonía del deseo/ cuando la nada aprende a seducirme/ el imposible renace en un trapecio/ de náuseas y coplas/ como una mancha en las sienes.» (Maru Delgado); «Mi cuerpo es una huella/ circunstancia precaria/ una constelación de algas/ transfiguraciones extenuadas/ arcano devastado/ una colina en ascuas.» (Óscar Saldívar); «Te pienso/ y creo en mi silencio/ en mi vista pasajera/ en mis manos de cirio/ omnipotente/ en mi imaginación esquizofrénica/ todo es mío/ yo lo he creado/ con lápiz y papel/ con un poco de pintura sobre/ una pared/ con unas cuantas lágrimas hipócritas.» (Arthur Zevallos); «Arrastro/ mi cuero a la memoria de las chullpas// Mi lenguaje/ por rutas de cerámica.» (Juan Yufra); «A veces…/ a veces yo digo soledad/ y los huesos me abandonan/ a veces yo digo melancolía/ y la garza tuerce su cuello/ y se acurruca bajo sus alas.» (José Córdova); «Para mí el paisaje roto como una espalda/ para mí el anverso y reverso de las manos/ la inocencia ajena/ cerrada y vacía como una casa sin luz.» (Carlos Tapia); «No surgirá otra estela/ en que la noche nos arranque/ los clavos del avatar/ porque es prolífico el viejo anatema espiritual/ que los paganos purgan.» (Víctor Ingunza); «Me despoja esta tierra, me consume una tortilla/ observo la luna amaneciendo (como hoy) perfecta y siento/ que paseas entre árboles, sauces y frutales.» (Lenin Velarde); «Este cuerpo,/ no destruye, no contamina,/ resbala ígneo entre los átomos,/ incinera este cascarón de barco,/ este rostro de madera/ estas colosales zarpas en el espejo,/ esta danza de letras sobre la frente.» (José Ignacio Infantas); «Confié la navegación de mis huesos húmedos/ al parpadeo sin fin desta estrella de carne/ que nace del costado izquierdo de mi pecho// amante amordazado/ a las mareas nocturnas del cuerpo.» (Kreit Vargas); «La vida es un ruido sembrado en el mar/ una piedra tatuada en su eternidad/ un esbozo de hollín humano/ cruz que reboza mi cáscara/ como un lobo en mi cuerpo.» (Heiner Valdivia); «Confieso que he pecado/ también confieso que existo/ y la lengua cuelga/ por la ventana/ con la sola intención de ser vista/ en noches calladas.» (Juan Zamudio); «Sobre un humano lecho/ humano y bendecido por la fatalidad/ fueron halladas las formas de hoguera danzante/ de una escultura cuya circunstancia se orientaba/ hacia las tres auténticas direcciones de la atmósfera/ callaron los paisajes habituales.» (Luis Ormachea); «La piedra rota en mis manos// Prometeo de ojos arrancados/ para morir con los reptiles que amamantaron al fuego/ una noche despertará en mi costado/ de dientes crecidos.» (Fisher Heredia); «Soy/ ese animal disecado/ que no sabe que murió hace tiempo.» (Filonilo Catalina); «Esto que rueda sobre el papel/ es el burdo testimonio de mí mismo/ el artificio herido/ de la imagen que nace de la lluvia.» (Carlos Eduardo Quenaya).

¡21 vates! Y, lo que es más difícil de creer, todos dignos de figurar en una antología. La cifra me sorprende porque en materia literaria, huelga repetirlo, la cantidad no siempre va de la mano con la calidad. Arequipa, tierra de poetas, qué duda cabe. Recién me explico por qué algunos sueñan con una ordenanza municipal que limite el número de estos a 5 por cuadra. (El chiste me lo contó un abogado arequipeño que, por cierto, también escribe poesía).

Ahora leo el e-mail de Darwin Bedoya. No le presté atención al principio porque me urgía ver el archivo adjunto (el del “fragmento”). “Como veras me escribe, este prólogo pertenece al 2009, en estos 3 años siguientes han habido nuevas publicaciones, textos y autores de buena performance que no están incluidos pero que tengo sus libros y pienso incluirlos en la muestra, tal vez en una pequeña presentación que hagas a este texto puedas decir que irán casi 25 poetas”.

* Artículo publicado en revista de Correo Aqp (edición especial por el 472 aniversario de Arequipa), 15/ 08/ 2012.

lunes, 18 de junio de 2012

CHURATA Y SUS CARTAS A MARIÁTEGUI*

Hay en la “Correspondencia” (Ed. Amauta, Lima, 1984) de José Carlos Mariátegui, un total de 7 cartas que Gamaliel Churata le remitió entre 1926 y 1929. Esas misivas son solo las que se encontraron entre los papeles que dejara Mariátegui, ya que muchas otras, según Churata, fueron interceptadas por la policía y nunca llegaron a su destino.

El periodo del intercambio epistolar coincide casi con el furor indigenista que arreciaba en Lima y el Perú, y también con la vida del “Boletín Titikaka”, que se editaba en Puno (1926 – 1930 en ambos casos). Dirigido por Churata y su hermano Alejandro, el Boletín estaba muy ligado a la revista “Amauta” (a cargo de Mariátegui), tanto así que se llegó a creer que el primero era una mera “sucursal” de la segunda.

A continuación reseñamos parcialmente cada una de las cartas a fin de acercarnos al perfil personal del escritor puneño y echar mayores luces sobre algunas de sus vivencias, ora trascendentales ora anecdóticas, correspondientes a esa época.

C1 (27/11/1926): Al parecer en una misiva anterior Mariátegui agradeció a Churata su colaboración en la distribución de la revista “Amauta” y las publicaciones de la editorial “Minerva” en Puno. Este responde cortésmente que las gracias están demás. Afirma que su apoyo se debe a la afinidad ideológica que existe entre ambos: Desde los primeros años declaré mi credo revolucionario (…) A los quince años desafiaba a duelo a un gamonal, a causa de los indios, y a los diecisiete me encarcelaban a causa de haber insultado el gobierno de Benavides. Soy, pues, orgánicamente, un vanguardista (…) y mi colaboración a su labor obedece a eso”.

Asimismo le expresa su satisfacción por los juicios que Mariátegui le dedicara a su cuento “El gamonal”. Finalmente, le recuerda sus pedidos de libros, solicita catálogos de obras nuevas y una colección completa de la “Revista de Occidente”, y expresa su deseo de suscribirse a dicha publicación española.

C2 (2/7/1927): Churata se refiere a cartas y telegramas suyos dirigidos a Mariátegui que habrían sido interceptados por la policía. También le expresa su solidaridad a raíz de una sonada detención que este sufrió en Lima y le recomienda marcharse a Buenos Aires.

A continuación le relata un desencuentro que tuvo con el poeta puneño Emilio Armaza: Le abrazo a nombre de todos, de Alejandro [Peralta], menos de Armaza, el cual es un pobre muchacho burgués, simulador y arribista, tan pobre de imaginación como de honradez y que si le ha pedido algo sólo merece que Ud. lo desprecie. Voy a referirle un solo detalle que lo pinta. Cuando ustedes me enviaron Amauta, salí personalmente a imponerlo y entonces este poeta de una raza que no existe se me enojó como un idiota por el hecho de que pretendí venderle un número de su revista, asegurando que él no compraba cojudeces. Estaba fresco del Buenos Aires frívolo y no se olvidaba de cierto limeñismo amariconado. Creo que sobra con lo dicho. En mi presencia compró luego un número de “Mundo Argentino” para castigarme”.

C3 (9/6/1928): Churata expresa su preocupación por la enfermedad de Mariátegui. Seguidamente le presenta así al escritor Mateo Jayka: [es un] joven neoindio que se inicia muy afanoso en el estudio del folklore, como verá usted por los ensayos que le envía. Si este muchacho continúa por la ruta que tiene iniciada su profundo conocimiento de la raza aborigen le capacitará para ofrecernos en sazón la novela del altiplano que aún no se ha intentado con ánimo indígena. En todo caso usted juzgará de su mérito dándole cabida en la revista”.

Le dice además que le remite dos dibujos del pintor Diego Kunurana (Demetrio Peralta, hermano menor de Churata), quien pronto se va Cusco a estudiar inkaísmo, [y] es, también, uno de nuestros futuros combatientes”.

C4 (30/7/1928): Se alegra por la mejoría de Mariátegui y pasa a contarle que al poeta y dramaturgo Inocencio Mamani, encargado de recibir “Amauta”, lo ensoquillaron en el Cuartel, so pretexto de servicio de movilizables durante seis meses, con maniobras de llapa”,por lo que los nuevos envíos, dice Churata, deberán hacérselos a él mismo, aunque sin dejar de rotular los paquetes a nombre de Mamani, para así evitar que sean interceptados.

Solicita ejemplares de “Tempestad en los andes”, “La escena contemporánea”, “El nuevo absoluto”, etc. y le recuerda queestamos esperando su artículo para el boletín [Titikaka]. (…) con una página sería de sobra el honor y el provecho”. También señala que le enviará una nota sobre el pintor argentino José Malanca.

Hay un curioso “favor” que Churata pide a Mariátegui para su hermano menor, el poeta Alejandro Peralta, quien a la sazón laboraba como recaudador de tributos en Carabaya: si personal o por medio de sus relaciones podría usted ejercer alguna influencia en el Gerente de la Caja de Depósitos y Consignaciones a favor de Alejandro. (…) Para fines ulteriores, entre mis planes estaría tener a Alejandro frente a la jefatura de la Recaudadora, modo, usted comprende, de controlar la actividad del departamento”.

Finalmente dice haber leído el libro sobre “Literatura peruana” de Luis Alberto Sánchez, que aún le parece incompleto.

C5 (8/9/1928): Le escribe, “aprovechando las bodas de Leguía con la imbecilidad de los peruanos”, para enviarle como colaboración fragmentos de “Tojjras” y lo anima a visitar Puno: Por qué no se resuelve a brincar por los Andes? Verle en Puno, hombre, sería para nosotros una gran alegría. Además parece que usted cierta vez me insinuó lo mucho que le favorecería tal viaje”. Le cuenta asimismo que pronto quedará definitivamente constituida en Puno la “Agencia Titikaka”, bajo el auspicio de Eduardo Fournier.

C6 (10/9/1928): Es una suerte de posdata de la anterior. Churata ofrece su apoyo en la difusión de “7 ensayos” de Mariátegui, cuya aparición era inminente, y se queja de “múltiples y asquerosos enemigos” que campean en Puno: Puede decirse que entre hundirnos para siempre en el fango, hemos decidido tirarnos a flotar sobre él. ¡Figúrese el adefesio de obra que hacemos a la legión de rameras que nos joden a diario!”

C7 (24/4/1929): Churata, muy dolido, explica su demora en responder a una carta de Mariátegui y cancelarle una deuda: Debe usted estar extrañado de mi silencio de tantos días. Pero es que la VIDA, así con mayúsculas, sigue atacando mis izquierdas revolucionarias y se ha propuesto dejarme limpio el camino de todos los seres que eran mi legado de alegría. Ayer fue Teófano Churata, le siguió Quemensa Churata, mis hijos, y el 12 de abril a las cinco y treintainueve de la madrugada, Brunilda mi compañera, chiquilla que con quince años vino desde Chile a pagar mi tributo a la tierra. Fácil es que piense que tanto golpe si me ha endurecido el cuero me ha puesto también muy deslucida el alma”.

Dice haber escrito una réplica a una afirmación de Jorge Basadre sobre el declive del vanguardismo y que además intentará hacer un estudio sobre la “indianidad” (para él, el aspecto medular) de la poesía de José María Eguren.

En 1930 con la temprana muerte de José Carlos Mariátegui, “Amauta” saldría del mercado. Coincidentemente ese mismo año se editaría el último número del “Boletín Titikaka”. Así, los años aurorales del indigenismo en el Perú llegaron a su fin. Entre tanto en Puno, Churata, acusado de agitador comunista, fue perseguido sin tregua por el gobierno de Sánchez Cerro y tuvo que huir a Bolivia donde permaneció más de treinta años.

* Artículo publicado en el diario Correo (Puno), 16/06/2012.

martes, 28 de febrero de 2012

EL SUTEP CONTRA LA "ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO"*


La educación pública en el Perú no es de las mejores. Este problema no es coyuntural sino crónico. Las sendas reformas educativas ensayadas por los gobiernos de turno han sido inútiles. El presupuesto destinado al sector educación fue siempre irrisorio. Tenemos docentes mal pagados y, tanto peor, mal preparados. El estatus social del magisterio --a despecho de lo que pensaba José Antonio Encinas-- está por los suelos. Sin embargo, hay en el mercado laboral una sobreoferta de profesores. Un auténtico ejército de reserva. El anhelo inmediato (y desesperado) de estos maestros sin trabajo es que el Estado los nombre o siquiera los contrate. Y cada año la cifra de aspirantes se incrementa. Pero las notas desaprobatorias que la mayoría (¿absoluta?) de ellos obtiene en los distintos concursos hablan por sí solas de su calidad docente. El resultado de esta crisis es la pésima formación que reciben los alumnos de la escuela pública. Como siempre la dirigencia del SUTEP culpa al gobierno…y viceversa.


Esta situación se torna más penosa cuando expertos y líderes mundiales coinciden en señalar que, al presente, la clave del desarrollo en el mundo es precisamente la educación. En una investigación periodística sobre las políticas educativas de los países más exitosos del planeta, cuyo fruto es el libro “¡Basta de historias! La obsesión latinoamericana con el pasado y las 12 claves del futuro” (2010), Andrés Oppenheimer confirma dicha tesis. El XXI es el siglo de la economía del conocimiento --dice el periodista-- ergo la clave de la reducción de la pobreza y el desarrollo sostenible no es la economía sino la educación. Hoy por hoy los que tienen en las manos el futuro de sus respectivos países son los ministros de Educación, concluye Oppenheimer.


Así pues urge implementar en el Perú una política educativa a tono con la economía del conocimiento. Paradójicamente el sector más reacio a una posible decisión gubernamental de esta naturaleza es (y será) el órgano que dice representar a los maestros, el SUTEP. El síntoma inequívoco de este “sabotaje” es la reacción visceral del sindicato de marras contra la llamada Ley de la Carrera Pública Magisterial. Si el gobierno decide por fin priorizar la educación, conforme a las “claves del futuro”, esta norma sería apenas el primer paso de la profunda reforma que este sector requiere. Según el economista Ricardo V. Lago la promulgación de la Ley de la Carrera Pública Magisterial constituye una verdadera revolución educativa en el Perú. He ahí el gran mérito del ex ministro José Antonio Chang. Durante su gestión --dice Lago-- la educación pública ha dado un salto de gigante, al incorporar exámenes de aptitud y cursos de capacitación para los docentes, así como escalas de remuneración por resultados.


Amparado en una posición economicista y cortoplacista, el SUTEP ha exigido la derogatoria inmediata de esta ley. Dicen que atenta contra la estabilidad laboral. Las evaluaciones que contempla esta norma son punitivas, aducen. El gran temor de los profesores nombrados es, ciertamente, perder su empleo y sus privilegios laborales (por cierto, escasos). Total, en un país donde las tasas de desempleo son altísimas, conseguir un “nombramiento” en el magisterio al amparo de la antigua Ley del Profesorado --así los sueldos (y el estatus social) sean paupérrimos-- es mil veces preferible a quedarse en la calle. Según la dirigencia del SUTEP, el gobierno debería respetar esa norma (una conquista magisterial). Lo que el sindicato no quiere entender es que contratar o, peor todavía, “nombrar” a malos docentes con estabilidad laboral absoluta --conforme al deseo de ellos-- significaría para el país ni más ni menos un suicidio.


*Artículo publicado en el diario Correo (Puno), 28/02/2012

domingo, 5 de febrero de 2012

SE ENSEÑA LENGUA Y LITERATURA PARA LA COMUNICACIÓN, NO PARA EL SILENCIO*



Circula ya en el mercado cultural del altiplano Pensar las Lenguas y las Literaturas en el Centenario de José María Arguedas, volumen que reúne las ponencias presentadas en el VI Congreso Regional de Educadores de Comunicación de la Región Puno, evento desarrollado en octubre del año pasado en la ciudad de Azángaro y que concitó la participación de renombrados escritores del medio así como de numerosos profesores de la especialidad, procedentes de todos los confines del departamento, que abarrotaron el teatrín del municipio azangarino.


“En el presente texto existen reflexiones sobre las formas de pensar, actuar y sentir de la crítica literaria, políticas lingüísticas e investigaciones sobre las pedagogías de la enseñanza de la comunicación… Es el testimonio de un homenaje a uno de los más grandes escritores de todos los tiempos: José María Arguedas”, señalan los miembros de la Comisión Organizadora del referido congreso en la “presentación” del libro.


La edición de Pensar las Lenguas y las Literaturas… estuvo a cargo del profesor Ricardo Melo Quispe, quien a su vez presidió la Comisión Organizadora, y los especialistas en Comunicación de las distintas UGELs de la región Puno.


¿Y cuál fue la motivación del congreso y su posterior plasmación en libro? “La tarea de pensar las literaturas y las lenguas en un momento especial para las letras peruanas y puneñas es singularmente relevante. José María Arguedas fue el ágora, la piedra de toque de muchos intelectuales que se congregaron en el histórico pueblo de Azángaro para debatir, discutir, proponer nuevos derroteros para el futuro de la comunicación. Es que en los propósitos de la enseñanza de la lengua y la literatura no se educa para el silencio sino para la comunicación”, sostienen los editores.


El texto consta de tres partes. La primera (crítica literaria) recoge las ponencias de reconocidos escritores como José Gabriel Valdivia (la novelística de Arguedas), Jorge Florez-Áybar (Arguedas versus Vargas Llosa), José Luis Velásquez (la poética de Gamaliel Churata), Walter Bedregal (la narrativa puneña), Darwin Bedoya (la última poesía latinoamericana) y Javier Núñez (análisis del discurso y poesía). A algunos de estos trabajos el rótulo de “crítica literaria” les queda demasiado grande, pues, a decir verdad, son apenas “esbozos” de artículos o ensayos que sus autores deberían trabajar con más seriedad y dedicación. En ciertas ponencias se evidencia la improvisación, el autoplagio, el cut and paste, etc.; otras incitan al sopor desde el título y dos, por lo menos, son auténticos refritos.


La segunda parte del libro, referida a las políticas lingüísticas, contiene un sesudo artículo del Dr. Walter Paz en torno a la teoría lingüística y la enseñanza de las lenguas, y una reflexión (a ratos lacrimosa) del profesor Jaime Barrientos acerca de la inminente extinción de las lenguas andinas.


En la tercera sección, titulada “Investigación y reflexiones pedagógicas en el área de Comunicación”, encontramos cinco aportes de los cuales rescatamos el del poeta y profesor Percy Zaga quien comparte con sus colegas útiles consejos para la enseñanza de la literatura regional. Otra ponencia que destaca, no precisamente por sus virtudes en la redacción sino por la novedad del tema que aborda, es “Sobre la ciberpragmática”, del profesor Pío Chambi, cuyas ideas sueltas y bibliografía podrían ser aprovechadas por los docentes de Comunicación para abrirse camino en esta novísima rama de la lingüística. Los demás trabajos, preparados por los educadores Ricardo Melo, Pedro Vilca y Patricia Ramos, no dejan de ser importantes, aunque sería conveniente que los dos últimos amplíen sus investigaciones de acuerdo a los esquemas que presentaron y publicaron.


Un descuido fatal en la edición del libro objeto de comentario es que algunas ponencias están plagadas de gazapos y erratas, situación que sería tolerable y comprensible si se tratara de una publicación emprendida --digamos-- por ingenieros, profesores de matemática o futbolistas, empero hallar estas deficiencias precisamente en quienes deberían ser los celosos guardianes de la gramática y la buena redacción --escritores, especialistas en Comunicación, maestros de Lengua y Literatura-- es un hecho, por decir lo menos, preocupante. “En casa de herrero, cuchillo de palo”, reza un oportuno refrán. (Walter Paz, quien increíblemente aparece como “corrector” del volumen, se merece un desagravio). A no ser que los errores gramaticales hayan sido sembrados allí adrede, a fin de que los profesores de la materia se ejerciten en la corrección de textos. Si este fuera el caso, habría que aplaudir el ingenio pedagógico de los editores.


Finalmente, al margen de los reparos aquí esgrimidos, cabe felicitar a los organizadores del VI Congreso Regional de Educadores de Comunicación no solo por el éxito de este magno evento desarrollado en Azángaro sino también por plasmar en un libro las ponencias allí sustentadas, contribuyendo así a enriquecer la escasa bibliografía de la especialidad que se produce en Puno. Este esfuerzo editorial, pese a sus limitaciones, debe estimular a los docentes del área para que amplíen cada vez más sus horizontes, de tal modo que sean capaces de enseñar Lengua y Literatura, como dicen los editores, no para el silencio sino para la comunicación.


*Reseña publicada en el diario Correo (Puno), 03/02/2012.

domingo, 1 de enero de 2012

RECUENTO LITERARIO DEL 2011. GLORIAS Y MISERIAS DE LAS LETRAS PUNEÑAS*


Walter Bedregal, Darwin Bedoya, Luis Pacho, Javier Núñez y Agustín Quispe en Arequipa

En el 2011, a diferencia del pírrico papel que hicieron nuestras autoridades políticas -en el congreso, la región y los municipios-, a los escritores altiplánicos no les fue tan mal. Hubo, cuándo no, algunos -entre tíos y jovenzuelos- que brillaron no por sus libros, sus lauros o su activismo cultural, sino por su ausencia. Diríamos de éstos que son los dignos émulos del gobierno regional o la bancada puneña, dada su ostensible incapacidad o su productividad nula; sin embargo, en el mundo de las letras el silencio es mil veces preferible a los mamarrachos innombrables que ciertos pillos quieren hacer pasar por “literatura” (el año pasado hubo uno dos -minoría absoluta- que lo intentaron), por lo que muchas veces la improductividad resulta en verdad una bendición.
La obtención de galardones de valía nacional y la publicación de poemarios “hito” son los sucesos literarios más resaltantes, aunque no los únicos, del año que se fue. Pero como no todo es perfecto, alguien por ahí perpetró un mamotreto y, por si fuera poco, protagonizó un papelón digno de cómico ambulante.

Los premios: Tres fueron los escritores -relativamente jóvenes- que el pasado año conquistaron para Puno sendos premios nacionales. En el XX Concurso Nacional de Educación Horacio 2011, convocado por la Derrama Magisterial y dirigido a maestros del sector público, el poeta y narrador Darwin Bedoya ocupó el primer lugar en la categoría de Cuento, con su libro “Bosque de luciérnagas”. Por su parte, en el mismo certamen, el poeta Agustín Quispe se hizo del primer puesto en la modalidad de Poesía, con su obra “Herbaje”. Finalmente, el narrador Javier Núñez, con su novela “Vírgenes y herejes”, se impuso en el Premio Nacional de Novela Corta “Ciudad Incontrastable” 2011, organizado por la municipalidad provincial de Huancayo y Bisagra Editores.

Los libros: El 2011 fue, sin duda, el año de la poesía, pues son varios los poemarios de valía que salieron a luz. Uno de ellos es "Gamaliel y el oráculo del agua" (PetroPerú Ediciones, Lima), libro con el que el poeta Boris Espezúa obtuvo, en el 2009, el premio Copé de Oro. No menos importantes son “Estigmas” (Cascahuesos, Arequipa) y “Pájaros al viento” (Qhala, Puno) de Filonilo Catalina y “Espíritu del alba” (Hijos de la lluvia, Juliaca) de Simón Rodríguez. Menos afortunado que los anteriores es “Relámpagos del agua” (Hijos de la lluvia, Juliaca), la opera prima de Víctor Villegas. Por último, hay que mencionar a dos poetas todavía en ciernes -menores de 25 años- que también se atrevieron a publicar sus respectivos libritos: Alexander Hilasaca con “13 lascivas perversiones” (Checca, Puno) y Ronald Chuquija con “Silencios” (Galerías del alma, Puno).
Mención aparte merecen la soberbia antología “Hijos de puta (15 poetas latinoamericanos)” (Hijos de la lluvia, Juliaca) de Darwin Bedoya y la reedición del clásico “5 metros de poemas” (Qhala, Puno) de Carlos Oquendo de Amat, a cargo de José Luis Velásquez.
En narrativa destacan nítidamente, aunque no se difundieron en Puno, el cuentario “Bosque de luciérnagas” (Derrama Magisterial, Lima) de Darwin Bedoya y la novela “Vírgenes y herejes” (Bisagra, Huancayo) de Javier Núñez.
En el campo de los estudios literarios y lingüísticos figuran “Todas las sangres en debate: Científicos sociales versus críticos literarios” (Magreb, Lima) del crítico Dorian Espezúa (obra que tampoco circuló en la región) y “El discurso argumentado. Un enfoque lógico, normativo, dialectico, retórico y comunicativo” (DREP, Puno) del doctor Walter Paz.

La editorial: En este rubro, por walkover, el Grupo Editorial Hijos de la Lluvia (Juliaca), dirigido por Walter Bedregal, se lleva las palmas. Su mérito es haber publicado al menos la mitad de los innumerables títulos que anunció con toda pompa para el 2011. Qhala Editores (Puno), fundado por José Luis Velásquez, resultó -al parecer- una aventura efímera.

El personaje: El año pasado la tragedia del anciano poeta Efraín Miranda, quien sobrevive abandonado y lidiando con sus fantasmas en una casona ruinosa de la ciudad blanca, conmovió a unas cuantas almas ligadas a la cultura. Sendas notas y crónicas de Omar Aramayo, José Luis Velásquez y Javier Nuñez -que lo visitaron con ocasión de la FIL Arequipa 2011- denunciaron esta afrenta inmensurable a la poesía puneña. La intención era organizar siquiera una pollada en pro del autor de “Choza”; pero en Puno -por más que autoridades, políticos y demás farsantes, en el colmo del cinismo y la ignorancia, siguen mascullando eso de “tierra de artistas y poetas”- nada se concretó (a no ser que los hipotéticos benefactores hayan actuado con la más absoluta reserva).

El evento: El evento del año fue, sin lugar a dudas, el VIII Congreso Nacional Linguítico -Literario y I Internacional “Gamaliel Churata”, organizado por los alumnos de Educación (Especialidad de Lengua, Literatura, Psicología y Filosofía) de la Universidad Nacional del Altiplano. Dicho congreso se realizó en la ciudad de Puno, del 24 al 29 de octubre, y contó con la presencia de destacados escritores nacionales como Oswaldo Reinoso, Cronwell Jara, Oscar Colchado, etc. Cabe felicitar efusivamente a los estudiantes Mario Tinta, Verónica Ancco y Zico Rodríguez, sus principales propulsores.

Las revistas: Son tres las publicaciones de este tipo que, en su número inicial, circularon en Puno. “Mar del Sur”, bajo la dirección de los escritores Jorge Flórez y Luis Gallegos; “Letras del Lago”, dirigida por los poetas Luis Pacho y Víctor Villegas, y “Debonsái”, a cargo de los literatos Javier Núñez y Vicente Ytusaca. Ninguna de estas revistas pasó de la primera entrega. Tratándose de “Letras del Lago” la demora es entendible pues se lanzó recién a fin de año; en el caso de las restantes todo indica que debutaron y se despidieron.

El mamotreto: “¡Mata a esa chola de la waraca! ¡Mata a esa chola, carajo! Huelga antiminera de los aymaras en el Perú” (Arteidea, Lima) es el kilométrico membrete del mamotreto antiminero publicado el pasado año por el señor José Luis Ayala. Se trata ni más ni menos de una férrea defensa de los actos de salvajismo y barbarie cometidos, a nombre de los aymaras, por un tal Aduviri y sus compinches durante su huelga contra la minería formal en la región Puno. En el colmo de la desvergüenza el autor de “Mata a esa chola, etc.” llega a parangonar al cabecilla de los revoltosos con Túpac Amaru, Túpac Katari y otros héroes de la historia.

El papelón: El papelón del año ocurrió durante el VIII Congreso Nacional Linguítico -Literario y I Internacional “Gamaliel Churata” y lo protagonizó, otra vez, el señor Ayala. Varios estudiantes se le acercaron para pedirle un autógrafo. Ayala, muy orondo él, firmó uno, dos, ...cuatro ejemplares. Cuando se disponía a estampar su garabato en el quinto, se percató de que la obra no era suya sino de Oswaldo Reinoso quien hacía lo propio más allá. Resulta que los cándidos mozalbetes confundieron las canas y la barriga de Ayala con las del creador de “Los inocentes”. Huelga decir que el roche fue monumental.

En fin, hechas las sumas y las restas, el balance de las glorias y miserias de la literatura puneña en el 2011 es felizmente positivo.

* Artículo publicado en el diario Correo (Puno), 01/01/2012.