domingo, 1 de enero de 2012

RECUENTO LITERARIO DEL 2011. GLORIAS Y MISERIAS DE LAS LETRAS PUNEÑAS*


Walter Bedregal, Darwin Bedoya, Luis Pacho, Javier Núñez y Agustín Quispe en Arequipa

En el 2011, a diferencia del pírrico papel que hicieron nuestras autoridades políticas -en el congreso, la región y los municipios-, a los escritores altiplánicos no les fue tan mal. Hubo, cuándo no, algunos -entre tíos y jovenzuelos- que brillaron no por sus libros, sus lauros o su activismo cultural, sino por su ausencia. Diríamos de éstos que son los dignos émulos del gobierno regional o la bancada puneña, dada su ostensible incapacidad o su productividad nula; sin embargo, en el mundo de las letras el silencio es mil veces preferible a los mamarrachos innombrables que ciertos pillos quieren hacer pasar por “literatura” (el año pasado hubo uno dos -minoría absoluta- que lo intentaron), por lo que muchas veces la improductividad resulta en verdad una bendición.
La obtención de galardones de valía nacional y la publicación de poemarios “hito” son los sucesos literarios más resaltantes, aunque no los únicos, del año que se fue. Pero como no todo es perfecto, alguien por ahí perpetró un mamotreto y, por si fuera poco, protagonizó un papelón digno de cómico ambulante.

Los premios: Tres fueron los escritores -relativamente jóvenes- que el pasado año conquistaron para Puno sendos premios nacionales. En el XX Concurso Nacional de Educación Horacio 2011, convocado por la Derrama Magisterial y dirigido a maestros del sector público, el poeta y narrador Darwin Bedoya ocupó el primer lugar en la categoría de Cuento, con su libro “Bosque de luciérnagas”. Por su parte, en el mismo certamen, el poeta Agustín Quispe se hizo del primer puesto en la modalidad de Poesía, con su obra “Herbaje”. Finalmente, el narrador Javier Núñez, con su novela “Vírgenes y herejes”, se impuso en el Premio Nacional de Novela Corta “Ciudad Incontrastable” 2011, organizado por la municipalidad provincial de Huancayo y Bisagra Editores.

Los libros: El 2011 fue, sin duda, el año de la poesía, pues son varios los poemarios de valía que salieron a luz. Uno de ellos es "Gamaliel y el oráculo del agua" (PetroPerú Ediciones, Lima), libro con el que el poeta Boris Espezúa obtuvo, en el 2009, el premio Copé de Oro. No menos importantes son “Estigmas” (Cascahuesos, Arequipa) y “Pájaros al viento” (Qhala, Puno) de Filonilo Catalina y “Espíritu del alba” (Hijos de la lluvia, Juliaca) de Simón Rodríguez. Menos afortunado que los anteriores es “Relámpagos del agua” (Hijos de la lluvia, Juliaca), la opera prima de Víctor Villegas. Por último, hay que mencionar a dos poetas todavía en ciernes -menores de 25 años- que también se atrevieron a publicar sus respectivos libritos: Alexander Hilasaca con “13 lascivas perversiones” (Checca, Puno) y Ronald Chuquija con “Silencios” (Galerías del alma, Puno).
Mención aparte merecen la soberbia antología “Hijos de puta (15 poetas latinoamericanos)” (Hijos de la lluvia, Juliaca) de Darwin Bedoya y la reedición del clásico “5 metros de poemas” (Qhala, Puno) de Carlos Oquendo de Amat, a cargo de José Luis Velásquez.
En narrativa destacan nítidamente, aunque no se difundieron en Puno, el cuentario “Bosque de luciérnagas” (Derrama Magisterial, Lima) de Darwin Bedoya y la novela “Vírgenes y herejes” (Bisagra, Huancayo) de Javier Núñez.
En el campo de los estudios literarios y lingüísticos figuran “Todas las sangres en debate: Científicos sociales versus críticos literarios” (Magreb, Lima) del crítico Dorian Espezúa (obra que tampoco circuló en la región) y “El discurso argumentado. Un enfoque lógico, normativo, dialectico, retórico y comunicativo” (DREP, Puno) del doctor Walter Paz.

La editorial: En este rubro, por walkover, el Grupo Editorial Hijos de la Lluvia (Juliaca), dirigido por Walter Bedregal, se lleva las palmas. Su mérito es haber publicado al menos la mitad de los innumerables títulos que anunció con toda pompa para el 2011. Qhala Editores (Puno), fundado por José Luis Velásquez, resultó -al parecer- una aventura efímera.

El personaje: El año pasado la tragedia del anciano poeta Efraín Miranda, quien sobrevive abandonado y lidiando con sus fantasmas en una casona ruinosa de la ciudad blanca, conmovió a unas cuantas almas ligadas a la cultura. Sendas notas y crónicas de Omar Aramayo, José Luis Velásquez y Javier Nuñez -que lo visitaron con ocasión de la FIL Arequipa 2011- denunciaron esta afrenta inmensurable a la poesía puneña. La intención era organizar siquiera una pollada en pro del autor de “Choza”; pero en Puno -por más que autoridades, políticos y demás farsantes, en el colmo del cinismo y la ignorancia, siguen mascullando eso de “tierra de artistas y poetas”- nada se concretó (a no ser que los hipotéticos benefactores hayan actuado con la más absoluta reserva).

El evento: El evento del año fue, sin lugar a dudas, el VIII Congreso Nacional Linguítico -Literario y I Internacional “Gamaliel Churata”, organizado por los alumnos de Educación (Especialidad de Lengua, Literatura, Psicología y Filosofía) de la Universidad Nacional del Altiplano. Dicho congreso se realizó en la ciudad de Puno, del 24 al 29 de octubre, y contó con la presencia de destacados escritores nacionales como Oswaldo Reinoso, Cronwell Jara, Oscar Colchado, etc. Cabe felicitar efusivamente a los estudiantes Mario Tinta, Verónica Ancco y Zico Rodríguez, sus principales propulsores.

Las revistas: Son tres las publicaciones de este tipo que, en su número inicial, circularon en Puno. “Mar del Sur”, bajo la dirección de los escritores Jorge Flórez y Luis Gallegos; “Letras del Lago”, dirigida por los poetas Luis Pacho y Víctor Villegas, y “Debonsái”, a cargo de los literatos Javier Núñez y Vicente Ytusaca. Ninguna de estas revistas pasó de la primera entrega. Tratándose de “Letras del Lago” la demora es entendible pues se lanzó recién a fin de año; en el caso de las restantes todo indica que debutaron y se despidieron.

El mamotreto: “¡Mata a esa chola de la waraca! ¡Mata a esa chola, carajo! Huelga antiminera de los aymaras en el Perú” (Arteidea, Lima) es el kilométrico membrete del mamotreto antiminero publicado el pasado año por el señor José Luis Ayala. Se trata ni más ni menos de una férrea defensa de los actos de salvajismo y barbarie cometidos, a nombre de los aymaras, por un tal Aduviri y sus compinches durante su huelga contra la minería formal en la región Puno. En el colmo de la desvergüenza el autor de “Mata a esa chola, etc.” llega a parangonar al cabecilla de los revoltosos con Túpac Amaru, Túpac Katari y otros héroes de la historia.

El papelón: El papelón del año ocurrió durante el VIII Congreso Nacional Linguítico -Literario y I Internacional “Gamaliel Churata” y lo protagonizó, otra vez, el señor Ayala. Varios estudiantes se le acercaron para pedirle un autógrafo. Ayala, muy orondo él, firmó uno, dos, ...cuatro ejemplares. Cuando se disponía a estampar su garabato en el quinto, se percató de que la obra no era suya sino de Oswaldo Reinoso quien hacía lo propio más allá. Resulta que los cándidos mozalbetes confundieron las canas y la barriga de Ayala con las del creador de “Los inocentes”. Huelga decir que el roche fue monumental.

En fin, hechas las sumas y las restas, el balance de las glorias y miserias de la literatura puneña en el 2011 es felizmente positivo.

* Artículo publicado en el diario Correo (Puno), 01/01/2012.