martes, 28 de febrero de 2012

EL SUTEP CONTRA LA "ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO"*


La educación pública en el Perú no es de las mejores. Este problema no es coyuntural sino crónico. Las sendas reformas educativas ensayadas por los gobiernos de turno han sido inútiles. El presupuesto destinado al sector educación fue siempre irrisorio. Tenemos docentes mal pagados y, tanto peor, mal preparados. El estatus social del magisterio --a despecho de lo que pensaba José Antonio Encinas-- está por los suelos. Sin embargo, hay en el mercado laboral una sobreoferta de profesores. Un auténtico ejército de reserva. El anhelo inmediato (y desesperado) de estos maestros sin trabajo es que el Estado los nombre o siquiera los contrate. Y cada año la cifra de aspirantes se incrementa. Pero las notas desaprobatorias que la mayoría (¿absoluta?) de ellos obtiene en los distintos concursos hablan por sí solas de su calidad docente. El resultado de esta crisis es la pésima formación que reciben los alumnos de la escuela pública. Como siempre la dirigencia del SUTEP culpa al gobierno…y viceversa.


Esta situación se torna más penosa cuando expertos y líderes mundiales coinciden en señalar que, al presente, la clave del desarrollo en el mundo es precisamente la educación. En una investigación periodística sobre las políticas educativas de los países más exitosos del planeta, cuyo fruto es el libro “¡Basta de historias! La obsesión latinoamericana con el pasado y las 12 claves del futuro” (2010), Andrés Oppenheimer confirma dicha tesis. El XXI es el siglo de la economía del conocimiento --dice el periodista-- ergo la clave de la reducción de la pobreza y el desarrollo sostenible no es la economía sino la educación. Hoy por hoy los que tienen en las manos el futuro de sus respectivos países son los ministros de Educación, concluye Oppenheimer.


Así pues urge implementar en el Perú una política educativa a tono con la economía del conocimiento. Paradójicamente el sector más reacio a una posible decisión gubernamental de esta naturaleza es (y será) el órgano que dice representar a los maestros, el SUTEP. El síntoma inequívoco de este “sabotaje” es la reacción visceral del sindicato de marras contra la llamada Ley de la Carrera Pública Magisterial. Si el gobierno decide por fin priorizar la educación, conforme a las “claves del futuro”, esta norma sería apenas el primer paso de la profunda reforma que este sector requiere. Según el economista Ricardo V. Lago la promulgación de la Ley de la Carrera Pública Magisterial constituye una verdadera revolución educativa en el Perú. He ahí el gran mérito del ex ministro José Antonio Chang. Durante su gestión --dice Lago-- la educación pública ha dado un salto de gigante, al incorporar exámenes de aptitud y cursos de capacitación para los docentes, así como escalas de remuneración por resultados.


Amparado en una posición economicista y cortoplacista, el SUTEP ha exigido la derogatoria inmediata de esta ley. Dicen que atenta contra la estabilidad laboral. Las evaluaciones que contempla esta norma son punitivas, aducen. El gran temor de los profesores nombrados es, ciertamente, perder su empleo y sus privilegios laborales (por cierto, escasos). Total, en un país donde las tasas de desempleo son altísimas, conseguir un “nombramiento” en el magisterio al amparo de la antigua Ley del Profesorado --así los sueldos (y el estatus social) sean paupérrimos-- es mil veces preferible a quedarse en la calle. Según la dirigencia del SUTEP, el gobierno debería respetar esa norma (una conquista magisterial). Lo que el sindicato no quiere entender es que contratar o, peor todavía, “nombrar” a malos docentes con estabilidad laboral absoluta --conforme al deseo de ellos-- significaría para el país ni más ni menos un suicidio.


*Artículo publicado en el diario Correo (Puno), 28/02/2012

domingo, 5 de febrero de 2012

SE ENSEÑA LENGUA Y LITERATURA PARA LA COMUNICACIÓN, NO PARA EL SILENCIO*



Circula ya en el mercado cultural del altiplano Pensar las Lenguas y las Literaturas en el Centenario de José María Arguedas, volumen que reúne las ponencias presentadas en el VI Congreso Regional de Educadores de Comunicación de la Región Puno, evento desarrollado en octubre del año pasado en la ciudad de Azángaro y que concitó la participación de renombrados escritores del medio así como de numerosos profesores de la especialidad, procedentes de todos los confines del departamento, que abarrotaron el teatrín del municipio azangarino.


“En el presente texto existen reflexiones sobre las formas de pensar, actuar y sentir de la crítica literaria, políticas lingüísticas e investigaciones sobre las pedagogías de la enseñanza de la comunicación… Es el testimonio de un homenaje a uno de los más grandes escritores de todos los tiempos: José María Arguedas”, señalan los miembros de la Comisión Organizadora del referido congreso en la “presentación” del libro.


La edición de Pensar las Lenguas y las Literaturas… estuvo a cargo del profesor Ricardo Melo Quispe, quien a su vez presidió la Comisión Organizadora, y los especialistas en Comunicación de las distintas UGELs de la región Puno.


¿Y cuál fue la motivación del congreso y su posterior plasmación en libro? “La tarea de pensar las literaturas y las lenguas en un momento especial para las letras peruanas y puneñas es singularmente relevante. José María Arguedas fue el ágora, la piedra de toque de muchos intelectuales que se congregaron en el histórico pueblo de Azángaro para debatir, discutir, proponer nuevos derroteros para el futuro de la comunicación. Es que en los propósitos de la enseñanza de la lengua y la literatura no se educa para el silencio sino para la comunicación”, sostienen los editores.


El texto consta de tres partes. La primera (crítica literaria) recoge las ponencias de reconocidos escritores como José Gabriel Valdivia (la novelística de Arguedas), Jorge Florez-Áybar (Arguedas versus Vargas Llosa), José Luis Velásquez (la poética de Gamaliel Churata), Walter Bedregal (la narrativa puneña), Darwin Bedoya (la última poesía latinoamericana) y Javier Núñez (análisis del discurso y poesía). A algunos de estos trabajos el rótulo de “crítica literaria” les queda demasiado grande, pues, a decir verdad, son apenas “esbozos” de artículos o ensayos que sus autores deberían trabajar con más seriedad y dedicación. En ciertas ponencias se evidencia la improvisación, el autoplagio, el cut and paste, etc.; otras incitan al sopor desde el título y dos, por lo menos, son auténticos refritos.


La segunda parte del libro, referida a las políticas lingüísticas, contiene un sesudo artículo del Dr. Walter Paz en torno a la teoría lingüística y la enseñanza de las lenguas, y una reflexión (a ratos lacrimosa) del profesor Jaime Barrientos acerca de la inminente extinción de las lenguas andinas.


En la tercera sección, titulada “Investigación y reflexiones pedagógicas en el área de Comunicación”, encontramos cinco aportes de los cuales rescatamos el del poeta y profesor Percy Zaga quien comparte con sus colegas útiles consejos para la enseñanza de la literatura regional. Otra ponencia que destaca, no precisamente por sus virtudes en la redacción sino por la novedad del tema que aborda, es “Sobre la ciberpragmática”, del profesor Pío Chambi, cuyas ideas sueltas y bibliografía podrían ser aprovechadas por los docentes de Comunicación para abrirse camino en esta novísima rama de la lingüística. Los demás trabajos, preparados por los educadores Ricardo Melo, Pedro Vilca y Patricia Ramos, no dejan de ser importantes, aunque sería conveniente que los dos últimos amplíen sus investigaciones de acuerdo a los esquemas que presentaron y publicaron.


Un descuido fatal en la edición del libro objeto de comentario es que algunas ponencias están plagadas de gazapos y erratas, situación que sería tolerable y comprensible si se tratara de una publicación emprendida --digamos-- por ingenieros, profesores de matemática o futbolistas, empero hallar estas deficiencias precisamente en quienes deberían ser los celosos guardianes de la gramática y la buena redacción --escritores, especialistas en Comunicación, maestros de Lengua y Literatura-- es un hecho, por decir lo menos, preocupante. “En casa de herrero, cuchillo de palo”, reza un oportuno refrán. (Walter Paz, quien increíblemente aparece como “corrector” del volumen, se merece un desagravio). A no ser que los errores gramaticales hayan sido sembrados allí adrede, a fin de que los profesores de la materia se ejerciten en la corrección de textos. Si este fuera el caso, habría que aplaudir el ingenio pedagógico de los editores.


Finalmente, al margen de los reparos aquí esgrimidos, cabe felicitar a los organizadores del VI Congreso Regional de Educadores de Comunicación no solo por el éxito de este magno evento desarrollado en Azángaro sino también por plasmar en un libro las ponencias allí sustentadas, contribuyendo así a enriquecer la escasa bibliografía de la especialidad que se produce en Puno. Este esfuerzo editorial, pese a sus limitaciones, debe estimular a los docentes del área para que amplíen cada vez más sus horizontes, de tal modo que sean capaces de enseñar Lengua y Literatura, como dicen los editores, no para el silencio sino para la comunicación.


*Reseña publicada en el diario Correo (Puno), 03/02/2012.