Hoy por hoy pululan en la región ciertos intelectuales y dirigentes dizque “originarios” que, muy campantes, proponen “desoccidentalizar” o “descolonizar” el mundo andino; escarbar con uñas y dientes en pos de nuestras “verdaderas” raíces; preservar la “pureza” de las nacionalidades quechuaimaras y -los más levantiscos e intonsos- (re)fundar el Tahuantinsuyo o, a lo mejor, la república aimara so pretexto de la libre determinación de los pueblos. (Amparándose en estos dislates, algunos Atilas del altiplano hasta se dan el lujo de sitiar, quemar y saquear Puno.) Para ellos el único pilar de nuestra identidad es, qué duda cabe, la tradición andina. Si les preguntásemos: ¿qué hay del mestizaje? o ¿nada le debemos a España?, con indignación visceral y, cómo no, “originaria”, sacarían a colación la “leyenda negra” de la conquista española y sus “5 siglos de resistencia”. ¿Alguien dijo resentimiento?
Definitivamente a ellos no les recomendamos leer Quinientos años de mestizaje. Conquistadores y conquistados (2da edición, Legisprudencia, Arequipa, 2011) del doctor Juan Carlos Valdivia Cano. No se atrevan, les provocará no un dolor de cabeza sino un cólico biliar o, quién sabe, un derrame cerebral. Están advertidos. ¿Pero de qué trata este libro? Roger Vilca Apaza, su joven editor, responde: “Pues de lo que siempre hemos evadido y ante lo cual, a lo mucho, encogemos los hombros: de la contextura ética peruana; el resentimiento aquí, allá y más allá. La excusa es perfecta y no hay otra mejor: el ‘recuerdo’ de la conquista española que no queremos revisar, no tanto por evitar la fatiga, en tanto por el miedo a reconocer que no fuimos conquistados, sino, creados por un puñado de ‘hombres malditos’, cuyos valores, nobleza y cojones no tenemos (nunca tuvimos) y ya quisiéramos tener…”
Juan Carlos Valdivia es un abogado arequipeño que por azares de la vida nació en la provincia puneña de Azángaro. Estudió derecho en la UCSM y filosofía en la UNSA, casas de las cuales ahora es catedrático. Durante su estadía en Francia fue auditor de Gillez Deleuze, Michel Foucault y Robert Paris. Obtuvo importantes premios en el extranjero y publicó numerosos libros.
Aunque la primera edición de Quinientos años de mestizaje salió a luz en 1992, cuando se conmemoró precisamente 500 años de la conquista y colonización de América, sus planteamientos no han perdido vigencia. Según Juan Carlos Valdivia, los peruanos no somos conquistados ni conquistadores, ni españoles ni incas, sino herederos con propia identidad, producto del “connubio” hispano-indígena. Antes de ese hecho nuestro país y lo peruano simplemente no existían. Y es que el Perú no es sinónimo de Tahuantinsuyo, sostiene.
“Siendo el Perú -señala el autor- un producto de la conquista, y habiendo impuesto el conquistador su religión, su moral, su lengua, su estructura mental, sus costumbres, sus productos, su derecho, etc., nuestro mestizaje no puede ser sino predominantemente hispano u occidental, justamente por la religión (católica), la moral (cristiana), la lengua (europea), la estructura mental (greco-latina), el derecho (romano), que son variables decisivas, ingredientes esenciales, para determinar la pertenencia o no pertenencia cultural. La sangre y la etnia no son criterios culturales, aunque sean inseparables de ellos. Son irrelevantes para definir a qué cultura pertenece un individuo o comunidad, es decir, para determinar su identidad. Es un criterio racista. Lo que importa es el espíritu, es decir, la cultura en acción”.
Así pues, para Juan Carlos Valdivia, ese resentimiento antihispano y antioccidental (el “trauma de la conquista”) que consiste en identificarse exclusivamente con los conquistados abominando de los conquistadores (lo que no excluye un obscuro sentimiento de admiración por estos últimos), amen de denotar una actitud no precisamente andina sino occidental (dualismo, piedad cristiana), hace que el odio regrese mismo boomerang al propio interior del alma, trocándose para el resentido en veneno letal.
Finalmente, como dice el joven editor de Quinientos años de mestizaje, “quedan pues, amables lectores, cordialmente invitados a no leerlo”.
*Reseña publicada en el diario Correo (Puno), 14/12/2011
Hola Yudio.
ResponderEliminarEscribo para desearte una ¡Feliz Navidad! y ¡Feliz Año Nuevo! Éxitos en todo, hermano.
Abrazos.
José.
Muchísimas gracias, José.
ResponderEliminarIgualmente, que hayas tenido una feliz navidad y que el 2012 sea para ti un año esplendoroso.
Un abrazo.
Yudio