Hay en la “Correspondencia” (Ed. Amauta, Lima,
1984) de José Carlos Mariátegui, un total de 7 cartas que Gamaliel
Churata le remitió entre 1926 y 1929. Esas misivas son solo las que
se encontraron entre los papeles que dejara Mariátegui, ya que
muchas otras, según Churata, fueron interceptadas por la policía y
nunca llegaron a su destino.
El periodo del intercambio epistolar coincide casi
con el furor indigenista que arreciaba en Lima y el Perú, y también
con la vida del “Boletín Titikaka”, que se editaba en Puno (1926
– 1930 en ambos casos). Dirigido por Churata y su hermano
Alejandro, el Boletín estaba muy ligado a la revista “Amauta” (a
cargo de Mariátegui), tanto así que se llegó a creer que el
primero era una mera “sucursal” de la segunda.
A continuación reseñamos
parcialmente cada una de las cartas a fin de acercarnos al perfil
personal del escritor puneño y echar mayores luces sobre algunas de
sus vivencias, ora trascendentales ora anecdóticas, correspondientes
a esa época.
C1
(27/11/1926): Al parecer en una misiva
anterior Mariátegui agradeció a Churata su colaboración en la
distribución de la revista “Amauta” y las publicaciones de la
editorial “Minerva” en Puno. Este responde cortésmente que las
gracias están demás. Afirma que su apoyo se debe a la afinidad
ideológica que existe entre ambos: “Desde
los primeros años declaré mi credo revolucionario (…) A los quince años desafiaba a duelo a un gamonal, a causa de los
indios, y a los diecisiete me encarcelaban a causa de haber insultado
el gobierno de Benavides. Soy, pues, orgánicamente, un vanguardista
(…) y
mi colaboración a su labor obedece a eso”.
Asimismo le
expresa su satisfacción por los juicios que Mariátegui le dedicara
a su cuento “El gamonal”. Finalmente, le recuerda sus pedidos de
libros, solicita catálogos de obras nuevas y una colección completa
de la “Revista de Occidente”, y expresa su deseo de suscribirse a
dicha publicación española.
C2
(2/7/1927): Churata se refiere a cartas
y telegramas suyos dirigidos a Mariátegui que habrían sido
interceptados por la policía. También le expresa su solidaridad a
raíz de una sonada detención que este sufrió en Lima y le
recomienda marcharse a Buenos Aires.
A
continuación le relata un desencuentro que tuvo con el poeta puneño
Emilio Armaza: “Le abrazo a nombre de
todos, de Alejandro [Peralta],
menos de Armaza, el cual es un pobre muchacho burgués, simulador y
arribista, tan pobre de imaginación como de honradez y que si le ha
pedido algo sólo merece que Ud. lo desprecie. Voy a referirle un
solo detalle que lo pinta. Cuando ustedes me enviaron Amauta, salí
personalmente a imponerlo y entonces este poeta de una raza que no
existe se me enojó como un idiota por el hecho de que pretendí
venderle un número de su revista, asegurando que él no compraba
cojudeces. Estaba fresco del Buenos Aires frívolo y no se olvidaba
de cierto limeñismo amariconado. Creo que sobra con lo dicho. En mi
presencia compró luego un número de “Mundo Argentino” para
castigarme”.
C3
(9/6/1928): Churata expresa su
preocupación por la enfermedad de Mariátegui. Seguidamente le
presenta así al escritor Mateo Jayka: “[es
un] joven neoindio que se inicia muy
afanoso en el estudio del folklore, como verá usted por los ensayos
que le envía. Si este muchacho continúa por la ruta que tiene
iniciada su profundo conocimiento de la raza aborigen le capacitará
para ofrecernos en sazón la novela del altiplano que aún no se ha
intentado con ánimo indígena. En todo caso usted juzgará de su
mérito dándole cabida en la revista”.
Le
dice además que le remite dos dibujos del pintor Diego Kunurana
(Demetrio Peralta, hermano menor de Churata), quien “pronto
se va Cusco a estudiar inkaísmo, [y]
es, también, uno de nuestros futuros
combatientes”.
C4
(30/7/1928): Se alegra por la mejoría
de Mariátegui y pasa a contarle que al poeta y dramaturgo Inocencio
Mamani, encargado de recibir “Amauta”, “lo
ensoquillaron en el Cuartel, so pretexto de servicio de movilizables
durante seis meses, con maniobras de llapa”,por
lo que los nuevos envíos, dice Churata, deberán hacérselos a él
mismo, aunque sin dejar de rotular los paquetes a nombre de Mamani,
para así evitar que sean interceptados.
Solicita
ejemplares de “Tempestad en los andes”, “La escena
contemporánea”, “El nuevo absoluto”, etc. y le recuerda
que“estamos esperando su
artículo para el boletín [Titikaka].
(…) con una página sería de sobra
el honor y el provecho”. También
señala que le enviará una nota sobre el pintor argentino José
Malanca.
Hay un
curioso “favor” que Churata pide a Mariátegui para su hermano
menor, el poeta Alejandro Peralta, quien a la sazón laboraba como
recaudador de tributos en Carabaya: “si
personal o por medio de sus relaciones podría usted ejercer alguna
influencia en el Gerente de la Caja de Depósitos y Consignaciones a
favor de Alejandro. (…) Para
fines ulteriores, entre mis planes estaría tener a Alejandro frente
a la jefatura de la Recaudadora, modo, usted comprende, de controlar
la actividad del departamento”.
Finalmente
dice haber leído el libro sobre “Literatura peruana” de Luis
Alberto Sánchez, que aún le parece incompleto.
C5
(8/9/1928): Le escribe, “aprovechando
las bodas de Leguía con la imbecilidad de los peruanos”, para
enviarle como colaboración fragmentos de “Tojjras” y lo anima a
visitar Puno: “Por qué no se resuelve
a brincar por los Andes? Verle en Puno, hombre, sería para nosotros
una gran alegría. Además parece que usted cierta vez me insinuó lo
mucho que le favorecería tal viaje”. Le
cuenta asimismo que pronto quedará definitivamente constituida en
Puno la “Agencia Titikaka”, bajo el auspicio de Eduardo Fournier.
C6
(10/9/1928): Es una suerte de posdata
de la anterior. Churata ofrece su apoyo en la difusión de “7
ensayos” de Mariátegui, cuya aparición era inminente, y se queja
de “múltiples y asquerosos enemigos” que campean en Puno: “Puede
decirse que entre hundirnos para siempre en el fango, hemos decidido
tirarnos a flotar sobre él. ¡Figúrese el adefesio de obra que
hacemos a la legión de rameras que nos joden a diario!”
C7
(24/4/1929): Churata, muy dolido,
explica su demora en responder a una carta de Mariátegui y
cancelarle una deuda: “Debe usted
estar extrañado de mi silencio de tantos días. Pero es que la VIDA,
así con mayúsculas, sigue atacando mis izquierdas revolucionarias y
se ha propuesto dejarme limpio el camino de todos los seres que eran
mi legado de alegría. Ayer fue Teófano Churata, le siguió Quemensa
Churata, mis hijos, y el 12 de abril a las cinco y treintainueve de
la madrugada, Brunilda mi compañera, chiquilla que con quince años
vino desde Chile a pagar mi tributo a la tierra. Fácil es que piense
que tanto golpe si me ha endurecido el cuero me ha puesto también
muy deslucida el alma”.
Dice haber
escrito una réplica a una afirmación de Jorge Basadre sobre el
declive del vanguardismo y que además intentará hacer un estudio
sobre la “indianidad” (para él, el aspecto medular) de la poesía
de José María Eguren.
En 1930 con
la temprana muerte de José Carlos Mariátegui, “Amauta” saldría
del mercado. Coincidentemente ese mismo año se editaría el último
número del “Boletín Titikaka”. Así, los años aurorales del
indigenismo en el Perú llegaron a su fin. Entre tanto en Puno,
Churata, acusado de agitador comunista, fue perseguido sin tregua por
el gobierno de Sánchez Cerro y tuvo que huir a Bolivia donde
permaneció más de treinta años.
*
Artículo publicado en el diario
Correo (Puno), 16/06/2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario